No nos vamos a engañar. Este no es el mejor momento para dejar nuestra empresa y dar el salto al mundo del freelancing. Y no sólo porque la crisis económica parece que no anima a emprender una nueva “vida profesional” sino porque seguramente muchos no se han planteado lo que esto implica.
Si en otros artículos hemos comentado las ventajas y lo que tenemos que tener en cuenta para ser un buen freelance, en esta ocasión os ofrecemos diez razones para “desanimarlos”, porque no todo es tan bonito como muchos quieren “vender”.
1. Piensas que es mejor que trabajar para una empresa
Uno de los principales errores que podemos cometer es que nuestra vida con un trabajo freelance va a ser más fácil que trabajar para nuestra empresa. Muchos piensan que al no tener que “pelearse” con sus jefes o con sus compañeros de trabajo, pueden obtener “libertad total” para trabajar en lo que realmente les apasiona.
Sin embargo, no tienen en cuenta que sobre todo durante los primeros años, la mayoría de los freelacers no pueden realmente escoger los proyectos en los que quieren trabajar. Básicamente tienen que trabajar en “lo que salga” y ese “lo que salga” puede ser mucho menos agradable/divertido de lo que podían imaginar en un principio.
Además, al no tener jefe o compañeros de trabajo, pierden también el apoyo que podían recibir de los mismos cuando se encontraban atascados en un proyecto. Nadie a quien preguntar, nadie en quien delegar ciertas tareas…
2. Falta de experiencia
Algunas personas recién egresadas de la universidad llegan a la conclusión que lo mejor que pueden hacer es “montárselo por su cuenta” y salir al mercado en busca de sus primeros clientes. Aunque para muchos puede ser una buena idea, la experiencia es un grado y en el mundo de los freelancers pesa más que en otros sectores.
En este sentido, la mayoría de nuestros posibles clientes nos pedirán que les mostremos el trabajo que hemos desarrollado para otros clientes. Aunque podemos mostrar ciertos trabajos que hemos hecho de forma personal para “inaugurar” nuestro portfolio, esto no es comparable a “vender” el hecho de que ya hemos trabajado para otras empresas.
Haber trabajado con anterioridad para otros clientes demuestra además que somos capaces de comprometernos con un cliente, que respetamos los plazos, que trabajamos de forma seria, etc. Si todo lo que tenemos en nuestro portfolio son proyectos personales, el cliente no puede hacerse a la idea de cómo es nuestra forma de trabajar.
3. Desconocimiento del mundo de los negocios
Cuando nos lanzamos al mundo del trabajo desde casa por internet hay que tener presente que además de ser muy bueno en nuestro ámbito debemos de tener conocimientos sobre facturación, marketing, relaciones públicas, fiscalidad y otra serie de habilidades de las que no nos teníamos que preocupar cuando trabajábamos para una empresa.
Es cierto que podemos contar con los servicios de una gestoría para muchas de estas cuestiones pero puede que si estamos empezando no nos podamos permitir contratar demasiados servicios. Además, muchas cosas deberemos hacerlas por nosotros mismos y eso nos robará tiempo de nuestro trabajo principal.
4. Necesitas obtener beneficios
Debemos afrontar toda una serie de gastos derivados del mantenimiento de nuestro propio trabajo en casa. Hay que tener en cuenta que tampoco vamos a contar con vacaciones pagadas, que el desempleo sigue siendo una cuestión bastante nebulosa y que no podremos darnos de baja por enfermedad.
5. No pienses que vas a ganar más dinero (al principio)
Muchos de los profesionales que deciden dar el salto al mundo del freelancing lo hacen porque piensan que van a ganar mucho más dinero. Al poder establecer sus propias tarifas y no tener que someterse a la “política” de la empresa es normal pensar que las condiciones económicas que pueden obtener serán mucho más ventajosas.
Aunque esto en parte es verdad, hay que tener en cuenta que deberán de costear equipos informáticos (y su mantenimiento), software dedicado y otras herramientas necesarias para el desarrollo de su actividad profesional. Además hay que tener en cuenta que no todas las horas que empleamos en el desarrollo de un proyecto son facturables. Por ejemplo, no podemos facturar nuestros clientes todo el tiempo que empleamos realizando trabajo administrativo.
Si por ejemplo nos equivocamos, perdemos nuestro trabajo y tenemos que volver a empezar, tampoco podemos facturar esas horas, porque el error es nuestro.
6. Falta de autodisciplina
Si no somos disciplinados en nuestro “trabajo corporativo” difícilmente lo seremos al trabajar desde casa. Aunque cuando trabajamos para una empresa este extremo puede no ser dramático, cuando lo hacemos para nosotros mismos se vuelve en una cuestión crucial. Si pasamos más horas conectados a las redes sociales, leyendo e-mails y viendo la televisión que trabajando difícilmente vamos a llegar a fin de mes.
En este sentido, si pensamos que somos incapaces de someternos a una disciplina estricta, es mucho mejor que sigamos trabajando para nuestra empresa, donde tendremos más flexibilidad.
7. No amamos nuestro trabajo
Es difícil encontrar a personas a las que realmente les encante su trabajo. La inmensa mayoría acude a diario a trabajar con el único objetivo de llegar a fin de mes y poder permitirse algún lujo ocasional. No se despiertan cada mañana pensando en lo afortunados que son por estar en una empresa X haciendo lo que siempre han querido hacer.
Como en el caso anterior, si bien esto no es realmente tan importante cuando trabajamos en una empresa, si vamos a trabajar por nuestra cuenta se convierte en un elemento de la máxima importancia. No vamos a luchar por nuestro trabajo si realmente no nos apasiona lo que hacemos. Si nuestro trabajo nos aburre o incluso si nos desmotiva, trabajar por nuestra cuenta es la peor idea que podemos tener.
8. Muchas más horas de trabajo
Si vamos a empezar a trabajar por nuestra cuenta hay que tener muy claro que no vamos a sobrevivir si nos limitamos a la clásica jornada de ocho horas. Lo normal es que al menos durante los primeros años nos veamos obligados a trabajar de 12 a 16 horas diarias durante cinco días a la semana o incluso más.
9. Falta de espacio
Evidentemente vamos a necesitar un sitio en el que trabajar. No es necesario que dispongamos de nuestra propia oficina, pero al menos deberíamos contar con un espacio que utilicemos exclusivamente para trabajar. La idea de sacar adelante nuestro negocio desde el salón de nuestra casa sólo va a complicarnos la vida.
Además tenemos que tener en cuenta que vamos a perder el contacto diario con muchas personas, por lo que no es raro que después de la euforia inicial nos sintamos un tanto aislados de lo que se “cuece” fuera de nuestro hogar.
10. No sabemos dónde encontrar clientes
Aunque hemos dejado este punto para el final, probablemente sea el que más tengamos que tener en cuenta antes de lanzarnos a la aventura. Lo ideal es que antes de salir de nuestra empresa contemos con algunos clientes para poder empezar desde el minuto uno. Si no es así y además no tenemos muy claro cómo podemos llegar a posibles clientes es mejor que nos dediquemos a otra cosa, porque lo vamos a pasar realmente mal.
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